
Los primeros registros del lagar de Chinchilla datan del inicio del siglo XVII, cuando pertenecía a Francisco Natera y Salvatierra, regidor de la ciudad de Málaga. En 1642, Juan Jiménez Jurado, también regidor perpetuo de la ciudad de Málaga y miembro del Santo Oficio, adquiere la heredad de viña y el lagar con 38 tinajas y una capilla, estableciendo un mayorazgo sobre varias fincas. El casamiento de su hija con Pedro Gómez de Chinchilla vincula este apellido al mayorazgo.
A mediados del siglo XVIII, el lagar sigue formando parte del marquesado de Chinchilla, con una extensa finca que incluía prensa, bodega, molino de aceite, salas altas y 140 obradas de viña, olivares y frutales.
En 1788, por falta de herederos directos, el lagar pasa a manos de Don Francisco de la Bandera, quien administra el mayorazgo hasta su disolución en 1820. A fines del siglo XVIII, una plaga afecta la zona, causando la pérdida de viñedos. Aunque en la primera mitad del siglo XIX el lagar se encontraba arruinado y el viñedo perdido por razones no claras, para 1850 la finca vuelve a operar, aunque con un viñedo reducido.
«Los primeros registros del lagar de Chinchilla datan del inicio del siglo XVII»
Lagares y Cortijos

Tras la crisis filoxérica, la finca busca alternativas económicas a la vid con la producción de aceite y almendra, pero la actividad más llamativa será la plantación de rosales damascenos con el objetivo de producir esencia de rosas mediante un alambique, una actividad que continuará al menos hasta la creación de la zona forestal en 1927.

«El lagar de Chinchilla, una imponente construcción en una terraza entre lomas”
Lagares y Cortijos
El lagar de Chinchilla, una imponente construcción en una terraza entre lomas, presenta diversas fases constructivas, posiblemente desde el siglo XVI o principios del XVII. Se divide en una parte productiva, con un destacado lagar cuya torre de contrapeso domina la construcción, una amplia bodega de tinajas, posiblemente también para vasijas de madera, y un molino de aceite. El otro sector de la construcción está destinado principalmente para el uso residencial, cuyas estancias se desarrollan alrededor de un patio central donde se elegía una imponente palmera que destacaba en el paisaje general del arroyo Chaperas. La estructura incluye albercas y restos de un antiguo cenador. A pesar de ubicarse en el Parque Natural Montes de Málaga, la finca sigue siendo propiedad privada en la actualidad.

